Un nuevo estudio destaca los beneficios de optar por alimentos vegetales, tanto integrales como procesados
9 diciembre 2024.
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Examinamos los resultados de un reciente estudio junto a Sarah Nájera Espinosa, investigadora en nutrición y cambio climático.
Un nuevo estudio destacó los beneficios significativos para la salud y el medio ambiente que tiene reemplazar la carne y los lácteos de origen animal con alimentos de origen vegetal, bien sea alimentos integrales tradicionales (como legumbres, tofu y tempeh) o productos diseñados para replicar el sabor y la textura de la carne y los lácteos convencionales, como salchichas, hamburguesas y leche de origen vegetal.
No sorprende que las alubias y otras legumbres obtuvieran excelentes resultados en el análisis publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Al fin y al cabo, son un pilar de la dieta mediterránea, que recomienda consumir más de cuatro porciones semanales de estos alimentos. Sin embargo, el estudio también demostró que los análogos vegetales a la carne y los lácteos ofrecen beneficios notables frente a sus equivalentes convencionales, aunque con ciertas diferencias entre las categorías de productos.
El estudio
Los resultados más interesantes se refieren al riesgo para la salud y al impacto ambiental. Todas las alternativas vegetales a la carne y los lácteos (tanto alimentos integrales como análogos vegetales) están asociadas con una reducción del riesgo de enfermedades crónicas, en comparación con las opciones basadas en carne convencional
Desde una perspectiva ambiental, tanto las proteínas vegetales integrales como los productos de carne vegetal tienen un impacto significativamente menor. También se observan beneficios ambientales relevantes en el caso de las leches vegetales, aunque la diferencia con la leche convencional es menos marcada en comparación con la carne.
El estudio analizó además la densidad nutritiva, es decir, la cantidad de nutrientes esenciales por porción en productos animales y vegetales, destacando mejoras sustanciales al reemplazar carne y lácteos con alternativas vegetales. Entre los hallazgos: mejoras del 3-4% por porción con soja, chícharos y alubias; del 2.5% y 1.8% con hamburguesas vegetales y tempeh, respectivamente; del 1% con salchichas vegetales y tofu; y ningún cambio con el «tocino» vegetal.
Sin embargo, el estudio no consideró algunos micronutrientes comúnmente utilizados para fortificar estos alimentos, como calcio y yodo en las leches vegetales o vitamina B12 en las carnes vegetales. Esta omisión podría alterar la interpretación de los resultados, especialmente para personas con dietas exclusivamente vegetales o con alergias o intolerancias a los lácteos.
Otro aspecto importante que emerge es el precio más elevado de las alternativas vegetales en comparación con los alimentos integrales. Esto señala la necesidad de medidas para hacerlas más accesibles económicamente, como inversiones públicas y privadas en investigación, infraestructura de producción y cadenas de suministro.
Fuente: M. Springmann, A multicriteria analysis of meat and milk alternatives from nutritional, health, environmental, and cost perspectives, PNAS. 121 (50) e2319010121. DOI:10.1073/pnas.2319010121 (2024).
El estudio se suma a una amplia literatura académica que resalta el potencial de los productos de origen vegetal, tanto tradicionales como innovadores, para mejorar la salud pública y reducir el impacto ambiental de nuestro sistema alimentario.
El papel de los alimentos vegetales
Es indudable que se debe fomentar el consumo de alimentos integrales vegetales como legumbres y cereales, extremadamente saludables y sostenibles. Esto incluye recuperar muchas recetas tradicionales (como los guisos de cuchara que tantas veces preparaban nuestras abuelas). Sin embargo, los análogos vegetales de leche y carne pueden jugar un papel clave para quienes desean o necesitan reducir el consumo de productos animales, pero a quienes les es difícil adoptar una dieta basada únicamente en alimentos integrales. Por ejemplo, alguien que disfruta del jamón probablemente no se sentirá satisfecho añadiendo garbanzos en su bocata.
Además, existe la oportunidad de enriquecer estos alimentos con micronutrientes esenciales como la B12, el calcio y el yodo, que a menudo faltan en la dieta de muchas personas. Por ejemplo, la leche vegetal enriquecida está incluida en las recomendaciones nutricionales de países como Alemania y el Reino Unido, especialmente para quienes son alérgicos a los lácteos.La densidad proteica y la biodisponibilidad de las alternativas vegetales también pueden ser superiores a las de los alimentos vegetales integrales, un aspecto importante para muchos consumidores que, sin embargo, no fue analizado en este estudio.
No se trata de elegir entre alimentos integrales o alternativas vegetales: ambos son necesarios
Para diversificar la oferta proteica, mejorar la seguridad alimentaria y alcanzar objetivos climáticos y de salud pública, es esencial aumentar la inversión en investigación e innovación sobre alimentos vegetales. Hasta ahora, el sector alimentario ha recibido solo una fracción de los recursos destinados a otras soluciones sostenibles, como la movilidad de bajas emisiones o las energías renovables.
Países como Dinamarca ya han dado los primeros pasos con planes de acción nacionales para alimentos vegetales. Sin embargo, se necesita mucho más: es necesario apoyar la investigación para mejorar los perfiles nutricionales, crear infraestructuras que reduzcan los costes de producción e introducir políticas que generen condiciones de mercado equitativas. Por ejemplo, en España el IVA de la leche vegetal es del 10%, frente al actual 2% de la leche animal, a pesar de ser un producto esencial para muchas personas con intolerancia a los lácteos.
Los sistemas alimentarios son increíblemente complejos y no existe una solución única, pero está claro que tanto los alimentos integrales como las alternativas vegetales desempeñarán un papel crucial.No debemos contraponer estas opciones: pueden y deben complementarse. De lo contrario, corremos el riesgo de favorecer solo a quienes desean mantener el statu quo. Para construir un sistema alimentario mejor, más saludable y más sostenible, enfoquémonos en el cambio que realmente marcará la diferencia: la diversificación proteica.
Autori
Sarah Nájera Espinosa
Investigadora en Nutrición y Cambio Climático, London School of Hygiene and Tropical Medicine
Sarah cuenta con formación en ciencias ambientales y seguridad alimentaria, con un enfoque especial en nutrición y el impacto de los cambios climáticos. Su investigación doctoral en la London School of Hygiene and Tropical Medicine analiza los nuevos alimentos de origen vegetal en el contexto de la salud pública y planetaria.
Amy Williams
Gerente Senior de Comunicaciones Digitales y Líder en Nutrición, GFI Europe
Amy tiene experiencia en el sector de comunicación médica, enfocándose en la promoción de la ciencia de acceso abierto y la educación de los pacientes. Actualmente trabaja en el Good Food Institute Europe como responsable de nutrición y como parte del equipo de comunicaciones.