COP30 y el futuro de la alimentación: por qué las proteínas alternativas deben ser parte de la política climática
La carne, el pescado, los huevos y los lácteos de origen vegetal, cultivados u obtenidos mediante fermentación pueden ser grandes aliados a la hora de abordar algunos de los retos que afectan a nuestro medio natural y pueden ayudarnos a mirar al futuro con mayor optimismo.
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21 Noviembre 2025

Han pasado treinta años desde que la primera COP, que es actualmente la mayor conferencia mundial sobre el clima, se celebró en Berlín. Desde entonces, mucho ha cambiado: la primera web sólo tenía unos pocos años, las redes sociales no existían y sólo en torno a un 5% de los europeos tenían un móvil.
Debido a su alta incidencia en el efecto invernadero, que es en torno a unas 80 veces más alta que la del dióxido de carbono en el corto plazo, reducir las emisiones de metano es esencial para ralentizar la escalada de temperaturas globales. Por ello, llama la atención que en 30 años no se haya abordado en la agenda de las sucesivas COP la causa de en torno a un tercio de las emisiones antropogénicas de metano: la producción de carne convencional.
No podemos seguir cometiendo ese error.

La vulnerabilidad climática de España
Un año más, líderes mundiales, empresas, sociedad civil, expertos y organizaciones internacionales se reúnen, en este caso en Brasil, para celebrar la COP30, la conferencia de las partes de la Convención Marco de Naciones Unidas contra el Cambio Climático. Este encuentro busca movilizar los recursos necesarios para avanzar hacia un futuro más sostenible. Hoy en día, las proteínas alternativas son una de las soluciones con mayor impacto para avanzar en este sentido, al permitir un sistema alimentario capaz de responder a la demanda global sin superar los límites del planeta.

La elección de Belém, una ciudad cercana al Amazonas, como sede de esta COP30 simboliza el coste de la inacción y la urgencia de actuar para movilizar inversiones necesarias en protección ambiental y lucha contra el cambio climático. Sin embargo, España no es ajena a esta realidad: según un reciente estudio de la Universidad de Mannheim, se estima que los fenómenos extremos relacionados con el clima habrán causado en 2025 unas pérdidas económicas de unos 12.200 millones de euros en España. Según las estimaciones del estudio, ese impacto podría incrementarse hasta los 34.800 millones en apenas cuatro años.
En junio de 2025, el país sufrió una de las primeras olas de calor del año, rompiendo récords históricos, y el sistema de monitorización de la mortalidad MoMo alertó de un aumento del 1.300 % en las muertes atribuibles al calor respecto a 2024. Además, el Convenio de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés) identificó a España como uno de los países europeos más vulnerables a la sequía y las olas de calor.
Pese a las lluvias, los incendios siguen devastando nuestros ecosistemas, representando un gran riesgo para nuestros recursos naturales, agricultores y poblaciones rurales. En 2025, España concentró más del 66 % de toda la superficie calcinada por incendios forestales en la Unión Europea, con 382.000 hectáreas quemadas, lo que supuso un incremento del 800 % respecto a 2024. Según estimó la Comisión Europea en 2022, los incendios forestales en España tenían un impacto económico claro de más de 71.600 millones de euros, y todo ello antes de los últimos episodios de 2023 y 2025 que han batido récords.

De la COP30 al Pacto de Estado Frente a la Emergencia Climática
Tras estos impactos, el Gobierno de España puso sobre la mesa la necesidad de implementar un Pacto de Estado Frente a la Emergencia Climática, con el objetivo de preparar mejor a España para futuros impactos climáticos. Desde GFI Europe, hemos contribuido a la consulta pública abierta a la sociedad civil para remitir observaciones sobre este Pacto de Estado, reforzando la importancia que las proteínas alternativas tienen a la hora de abordar el reto del cambio climático. Según el Banco Mundial, las proteínas alternativas son una de las intervenciones de políticas climáticas más efectivas para que la producción de alimentos esté en línea con la necesaria lucha contra el cambio climático.

En Cataluña, la ganadería industrial consume cerca del 30 % de los recursos hídricos de las cuencas internas, lo que ha reavivado el debate sobre cómo avanzar hacia modelos que optimicen el uso del agua y garanticen el sustento de las pequeñas y medianas explotaciones. Las proteínas alternativas no sustituyen la producción ganadera tradicional, sino que la complementan, permitiendo usar menos recursos para producir alimentos saludables y atractivos. Por ejemplo, una revisión sistemática realizada en 2024 concluyó que la carne vegetal utiliza entre un 74 %y un 93 % de agua en comparación con la carne convencional. Del mismo modo, análisis de ciclo de vida de productos de fermentación de precisión (en concreto, de proteína de suero) mostró que el uso de recursos hídricos podía reducirse en un 81 % en relación con su obtención a partir de leche de vaca.
Asimismo, una parte importante de los incendios forestales en España está relacionada con el uso del suelo y las prácticas agrícolas y ganaderas tradicionales, incluidas las quemas agrícolas y la gestión de pastos. Entre 1968 y 2017, estas prácticas estuvieron detrás de más de 430.000 hectáreas quemadas, según los datos oficiales disponibles. Esto no significa señalar culpables, sino reconocer que el modelo actual de uso del territorio puede y debe evolucionar hacia una mayor sostenibilidad. Por el contrario, las prácticas agrícolas sostenibles, como las que aportan los insumos y materias primas para el sector de proteínas alternativas, pueden ser también grandes aliadas de la prevención de incendios. Según un reciente informe del centro de pensamiento Green Alliance, una mayor adopción de proteínas alternativas podría mejorar la eficiencia del uso del 22% de la superficie agrícola española, y hasta el 46 % en escenarios más ambiciosos, liberando tierra para restauración ecológica o cultivos de alto valor.
Acción necesaria por parte de las administraciones
Las proteínas alternativas – ya sean de origen vegetal, cultivadas u obtenidas mediante fermentación – son una gran oportunidad para que las administraciones españolas, desde el Gobierno de España hasta los gobiernos autonómicos que están más afectados por los impactos del cambio climático, puedan abordar conjuntamente los retos ambientales y climáticos y los retos que afronta el sector alimentario. Para ello, es necesario:
- Impulsar la financiación de la investigación en proteínas alternativas, principalmente con el objetivo de abordar las barreras que aún existen para hacer estos alimentos más sostenibles, más saludables y más accesibles al mayor número de personas posible;
- Acompañar a los emprendedores y empresas que ya están ofreciendo soluciones innovadoras y alimentos de proteínas alternativas para que puedan acceder a las infraestructuras industriales necesarias para escalar su producción y llegar a más consumidores a precios más asequibles;
- Ofrecer el apoyo institucional adecuado para dar certidumbre a largo plazo sobre la importancia de las proteínas alternativas en la lucha contra el cambio climático, la protección del medio ambiente y la promoción de la salud pública, facilitando así la movilización de recursos adicionales por parte del sector privado.
El coste del cambio climático en España es claro, como ha recordado también el Gobierno de España en la COP30, por lo que apostar por soluciones innovadoras puede fortalecer la respuesta del país frente al cambio climático y abrir nuevas oportunidades de desarrollo sostenible.
Integrar las proteínas alternativas en esta visión significa reforzar nuestra resiliencia, proteger nuestros recursos naturales y crear nuevas oportunidades económicas en el ámbito rural y urbano.
