Reforzar la dieta mediterránea desde la innovación: el papel de la carne vegetal

Cómo los alimentos de origen vegetal pueden ayudar a proteger nuestra salud, nuestro entorno y nuestro patrimonio gastronómico


Heura
Foto: Heura

La dieta mediterránea es la dieta más saludable del mundo, pero al mismo tiempo es mucho más que una forma de comer. En 2013, la UNESCO permitió uno de los grandes hitos de nuestra cultura gastronómica incluyendo en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la dieta mediterránea. De este modo nuestra tradición culinaria, compartida con otros países como Chipre, Croacia, Grecia, Italia, Marruecos o Portugal, se reconocía como un valor a proteger y promover a nivel mundial. Una tradición que se basa en un alto consumo de alimentos vegetales poco procesados —como verduras, frutas, legumbres, frutos secos y cereales integrales—, con el aceite de oliva como principal fuente de grasa, un consumo moderado de pescado y lácteos, y un bajo consumo de carnes rojas y procesadas.

Aunque la dieta mediterránea sigue siendo una fuente de inspiración a nivel mundial, nuestros hábitos alimentarios actuales se están alejando cada vez más de sus principios. La ganadería industrial, las cadenas de suministro globalizadas y el ritmo acelerado de la vida moderna han desplazado las comidas caseras y de temporada a un segundo plano. La conveniencia ha pasado por delante de la tradición. De hecho, el informe España 2050 del Gobierno de España ya reconocía esta desviación en base a estudios publicados. En España, comemos menos frutas, verduras y legumbres de las recomendadas, y, en cambio, lideramos el consumo de carne en Europa, especialmente de carnes procesadas como embutidos, salchichas y productos precocinados. Este alejamiento de la dieta tradicional mediterránea se ha relacionado con un aumento de enfermedades como la obesidad o las enfermedades cardiovasculares

Cocinar de forma saludable y equilibrada puede parecer fácil, pero en la práctica no lo es. Requiere tiempo, dinero, acceso a ingredientes de calidad y conocimientos para transformar alimentos frescos en platos completos. A medida que la sociedad ha cambiado, también lo ha hecho el sistema alimentario para adaptarse a nuevas necesidades. No sólo no podemos volver atrás, sino que no es ni es realista —ni justo— esperar que la gente cambie de forma radical sus hábitos adquiridos o renuncie de un día para otro a los sabores que conoce y disfruta.

Por eso, si queremos proteger e impulsar nuestra dieta mediterránea, no tiene sentido volver al pasado, sino mirar al futuro para repensarla: sin perder de vista sus valores fundamentales ni su enfoque en alimentos vegetales mínimamente procesados, adaptándolo a las realidades actuales de las familias y hogares españoles. Esto implica reconocer los cambios sociales y ambientales que hemos vivido y buscar formas de aplicar esos principios también a otros patrones alimentarios más contemporáneos. Aquí es donde la innovación alimentaria puede  ser parte de la solución. 

Una opción saludable basada en la ciencia

Los productos de carne vegetal, desarrollados a partir de proteínas vegetales y tecnologías de última generación, permiten replicar el sabor, la textura y el valor nutricional de la carne convencional, con un menor impacto ambiental, gracias a que utilizan menos recursos como el agua o la superficie agrícola, que son escasos en España, y permiten avanzar hacia un sistema alimentario más sostenible, justo y seguro. 

Además de su potencial medioambiental, la carne vegetal puede contribuir a mejorar la salud pública. Estos alimentos pueden formar parte de una dieta equilibrada si se eligen opciones con buen perfil nutricional: ricas en fibra, con bajo contenido en sal y grasas saturadas, y, en algunos casos, enriquecidas con nutrientes esenciales.

Foto: Novameat

Estudios recientes confirman estos beneficios. Una revisión sistemática y metaanálisis liderado por investigadores españoles observó que sustituir la carne convencional por análogos vegetales, incluso solamente durante algunas semanas, reducía el colesterol LDL en un 12 % y ayudaba a controlar el peso corporal. Este tipo de evidencias respalda las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), que aboga por una mayor ingesta de proteínas vegetales en beneficio de la salud y la sostenibilidad.

Además, una revisión sistemática realizada por investigadores de la London School of Hygiene and Tropical Medicine encontró que la carne plant-based obtuvo una puntuación alta en áreas como la pérdida de peso, la salud intestinal y la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, aunque existen variaciones entre los productos en términos de valor nutricional.

Según una reciente guía, estos productos vegetales suelen tener un menor contenido en grasas saturadas y azúcares que sus alternativas animales, mientras que sí contienen fibra, un elemento esencial de la dieta que las opciones de origen animal no aportan. Todo ello cuando los profesionales sanitarios han alertado de que los españoles consumen un tercio menos de fibra de lo que deberían. Finalmente, los productos de carne vegetal también son fáciles de preparar, ofreciendo esa opción de conveniencia para los españoles.

Adaptar la tradición al siglo XXI

Por tanto, los productos de carne vegetal pueden alinearse con los principios fundamentales de la dieta mediterránea: equilibrio, moderación y prevalencia de alimentos vegetales. Incorporarlos con sentido común y dentro de un patrón saludable puede ayudar a muchas personas a acercarse de nuevo a la dieta mediterránea sin renunciar a la practicidad ni al placer de comer.

Por todo ello, es clave que desde las administraciones públicas se impulse la investigación, el desarrollo y la accesibilidad de estos productos, especialmente si queremos facilitar su incorporación en la alimentación cotidiana de la población. La carne vegetal puede reforzar aún más los valores de la dieta mediterránea si la I+D también se enfoca en fortalecer las cadenas de suministro nacionales de materias primas vegetales —como legumbres, cereales o semillas oleaginosas— que se utilizan en su elaboración. Apoyar a agricultores y productores locales es fundamental para que estas innovaciones se basen en ingredientes de temporada, sostenibles y de origen local.

En un momento en que seguir hablando de tradición sin adaptarla a los nuevos tiempos podría ser contraproducente, la carne vegetal puede ser una herramienta valiosa para proteger el legado de nuestra dieta mediterránea y hacerlo atractivo y viable para las nuevas generaciones.